Datos Históricos del Castillo de Cazorla

I. Datos previos y noticias históricas.
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El perfil del Castillo y su paisaje
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El Castillo es, sin duda alguna, el monumento arquitectónico más significativo de Cazorla: no se percibe el paisaje cazorleño sin el perfil del Castillo; no se puede escribir la historia del Adelantamiento sin la fortaleza del Castillo; no se puede proyectar hacia el futuro vital de Cazorla, olvidando el significado espiritual del Castillo. Así lo apreciaron también nuestros más ilustres paisanos y nuestros más honrosos visitantes, pues no hubo pintor que no lo llevara a sus lienzos, poeta que no lo cantara en sus estrofas, ni erudito que no se entusiasmase en sus detalles. De él existen más alusiones literarias que de ningún otro monumento local. Tan bien identificado está el Castillo con la propia esencia y existencia de Cazorla misma, que al personificar ésta en un símbolo, en la “Medalla de la Ciudad”, el autor gráfico del proyecto llevó al reverso de ella – en el anverso está el escudo local entre ramas de laurel – la silueta del Castillo, que comparte el campo con un pino, representación de nuestra sierra, y una alegoría barroco-representativa del caudaloso Betis, que “entre estas peñas nace el que es y será rey de los ríos…”
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El Castillo de la Yedra
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El Castillo se conoce indistintamente con dos nombres: el vulgar o “Castillo de las Cuatro Esquinas”, por la planta rectangular de su torre del homenaje, y el erudito o “Castillo de la Yedra”, por la abundancia de esta trepadora, que cubre gran parte de sus muros exteriores, y con cuyo nombre ya se le llamaba en el siglo XVII. Pero no obstante cuanto antecede, la verdad es que aún carece el Castillo de un estudio conjunto, completo y detallado, como él se merece. Solo un erudito local, Mariano Segura, de grato recuerdo, hace ya mas de un siglo, publicó un pequeño artículo – no llegaba a dos páginas con grabado y todo – sobre “Los castillos de Cazorla y La Iruela”, en el que se tocan, aunque muy someramente, distintos aspectos de la fortaleza, con algunas observaciones certeras y ciertos juicios equivocados. También encontramos, con cierta profusión, alusiones históricas al Castillo, si bien en la “Historia General del Adelantamiento de Cazorla”, de Rivera Recio, no leemos noticia alguna especialmente referida a él, pese al fundamental valor de este libro, concienzudamente trabajado y, hasta ahora, lo mejor y más completo que se ha escrito sobre la historia local.
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Imponentes murallas
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El tipo de construcción de sus muros de cimentación, con grandes bloques de piedra labrada, nos hace pensar que el origen de esta fortaleza fuera romano. Abonan esta hipótesis una razón histórica y otra arqueológica: es la primera el renombre de estos parajes, antesala del “Mons Argentarius” o “Saltus Tugiensi”, a nuestro juicio colonia veraniega cercana de Tugia, Mentesa Oretana, Cástulo – algo más distante – y muchos más poblados romanos, cuyos restos afloran en la ruta de Mogón a Hinojares pasando por los cercanos Peralejos. La razón arqueológica es que, casi al mismo pie de las murallas exteriores del Castillo, existe un “linfeo” (termas), resto singular de esta clase en nuestra península, identificado por el maestro don Juan de Mata Carriazo, aún sin estudiar, y conocido por el nombre de “La casa de las siete fuentes”.
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Solidos cimientos
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Sobre esta primitiva fortaleza romana que suponemos, se reprodujo un fenómeno histórico muchas veces observado: los árabes reedificaron y fortificaron más sus muros; y en prueba de que esta afirmación es certera, la observación de Mariano Segura respecto al arco de herradura, aunque apuntado, de la puerta principal de la entrada al noroeste, en el segundo muro de defensa. Y lo es también el tipo de construcción de todos estos muros, sobre cimiento anteriores de piedra, que fueron labrados de tapial calicastrado, con un trazado irregular que recuerda al de las murallas de Sevilla, que el profesor Carriazo clasificó como de indudable construcción musulmana. Que este Castillo exista en el momento de la reconquista de Cazorla, nos lo asegura Pablo Guillén, pero no hay datos ciertos que nos permitan afirmar una nueva reconstrucción de la fortaleza a raíz de la reconquista de estos lugares por don Rodrigo Ximénez de Rada (1230 a 1236), como afirma Mariano Segura, basándose solo en un ligero cambio de color de los sillares de su torre del homenaje, que bien puede obedecer a que la piedra procediese de distinta cantera; de ser cierta la hipótesis, la primera parte de la edificación cristiana sería precisamente la inferior, la de pátina más oscura.
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A su paso por el río Cerezuelo
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Pero lo que está documentalmente probado es que hubo otra restauración y ampliación de la fortaleza durante el pontificado del Arzobispo don Pedro Tenorio (1375 a 1399), según nos dice el mismo prelado en su testamento, del que nos dio las primeras noticias el profesor Láinez Alcalá. Posteriormente otras tres referencias históricas nos llegan del Castillo, y todas tres son de la época del Arzobispo Cerezuela (1434 a 1442). (¿Daría este Arzobispo nombre al “Río Cerezuelo”, que, partiendo a Cazorla en dos, pasa lamiendo los muros de defensa del Castillo?). La primera noticia es una carta del prelado levantando el embargo decretado antes por él mismo, sobre las rentas que su antecesor en la Sede Primada, don Juan Martínez Contreras (1422 a 1434) asigno para reparación de los castillos del Adelantamiento, entre ellos el de Cazorla, por encontrarse alguno de estos en estado ruinoso.
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Torre del Homenaje
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La segunda es una “comisión” que el mismo Arzobispo Cerezuela da en otoño de 1438 a favor de Juan Carrillo de Toledo, Alcalde Mayor de Cazorla, para que recupere los castillos por el Arzobispado, castillos antes cedidos a Juan de Guzmán, vasallo y en nombre del rey, para la defensa del reino y alojamiento de tropas reales; todo ello con diligencia de su cumplimiento, en cuanto al Castillo de Cazorla se refiere, “según las leyes de las Españas”. La tercera noticia es el inventario de pertrechos de guerra existentes en la fortaleza, que se enumeran, para dar cumplimiento a la “Comisión” antes aludida. Había a la sazón en la fortaleza “una ballesta quebrada, un torno de madera para armar ballestas y hasta 15 decenas de hastas de viratones, algunos ferrados y otros sin fierros y 14 bacinetes para ornos ballesteros… y 11 escudos viejos quebrados desguarnecidos de las armas de don Pedro Tenorio y una media lombardeta pequeña con su cureña y una tahona de madera para moler (¿cocer?) pan y una alamuz de fierro para la puerta del Castillo, etc…”. Este inventario es de fecha 10 de noviembre de 1438.
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Fortaleza del Adelantamiento
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A la muerte del Arzobispo Cerezuela, el rey don Juan II, que debía haber apreciado bien el valor estratégico de la fortaleza cazorleña, da una provisión en Toro, en 12 de febrero de 1442, encomendando el mayor cuidado y guarda de los lugares y fortalezas de la Mitra Toledana durante el periodo de sede vacante, y aludiendo expresamente a las fortalezas del Adelantamiento, entre las que descollaba el Castillo de Cazorla. Posiblemente, para proseguir la guerra contra los infieles – en la que tanto se distinguió y halló gloriosamente muerto al frente de su mesnada el Adelantado Rodrigo de Perea (1438) -, y tal vez después del alarde de fuerzas que el rey católico celebró en Cazorla (1489), las piezas de artillería del Castillo fueron llevadas a ciudades fronterizas del acosado reino de Granada; pero terminada ya la reconquista hacía tiempo, el Cardenal Arzobispo Sandoval y Rojas, al tomar posesión del Adelantamiento después de terminar el pleito con los Camarasas, reclama tres piezas que fueron mandadas a Huescar y quedaron en Galera, y aunque se hizo saber la reclamación de los Alcaldes y Corregidores de estos lugares, respondieron que nada sabían de tales piezas, quedando desde entonces el Castillo desguarnecido de ellas. Posiblemente para suplicarlas, la villa de Iznatoraf sirvió al Cardenal Sandoval y Rojas, en el mismo año de su posesión del Adelantamiento, con otras tres piezas de artillería para ponerlas en su fortaleza.
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Resistencia heróica en la Guerra de la Independencia
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Sin importantes guerras peninsulares durante los siglos XVII y XVIII, el Castillo de Cazorla pierde su trascendencia estratégica y su significación bélica, que vuelve a recuperar transitoriamente en la guerra de la Independencia, la que en sus episodios cazorleños está narrada, con todo su valor épico y su resistencia heroica, por un testigo presencial, José Sanjuán. Por aquel entonces se planea una defensa conjunta de las villas de Cazorla y La Iruela, contra el invasor, digna de un estudio particular y cuidado. Para tal defensa se tomó, en 6 de febrero de 1809, el acuerdo de que “se bajen los cañones del Castillo poniéndolos en la plaza baja, para determinar los puntos de defensa donde habían de ponerse”, mientras el Vicario del Arzobispado se interesa por las obras de defensa que hubiera que hacer en el Castillo, “para ponerlas en ejecución a costa de Su Eminencia, mediante las facultades que para ello tenían”, ofrecimiento aceptado y agradecido por la Corporación Municipal cazorleña.
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Alojamiento de tropas reales
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No debieron sacarse, sin embargo, los cañones del Castillo, porque entrados los franceses en el pueblo tras de muchos intentos y dura resistencia, dispusieron los invasores llevarse a Jódar los tres cañones que en el recinto de aquella fortaleza encontraron, lo que se efectuó a hombros de los prisioneros que a su entrada en Cazorla hicieran, contándose entre ellos el Alcalde a la sazón, don Rodrigo Godoy Teruel; el Cura Ecónomo don Francisco Tribaldos, y el Alguacil Mayor, Juan Gazcón. Después de la Guerra de la Independencia, el Castillo pierde en absoluto su valor castrense, y durante la desamortización debió pasar al patrimonio municipal por la ley derogatoria de jurisdicciones señoriales. Tras de un anuncio de subasta señalada para el 24 de agosto de 1877, que se suspendió a petición del concejal don Ricardo Tamayo Barco, por considerarlo monumento artístico, siguieron otros cabildeos y superiores intromisiones, hasta terminar con su venta y la de las tierras sitas por debajo de la reguera, al ilustre político a la sazón, don Mariano de Extremera y Amigo de Ibero, en la suma de seis mil reales.
.Por el “Licenciado Pedriza”
Boletín del Instituto de Estudios Giennenses

Comentarios

  1. ..¡que labor mas chula estás haciendo compartiendo todo esto que sabes con todos nosotros!...muchas gracias...las fotos son geniales...un abrazo...

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  2. Interesante, todos nuestros ricones tiene mucha historia, a veces la ignoramos y perdemos mucho, saludos

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  3. El castillo está en un enclave único, y las casitas en la falda de la montaña, son una preciosidad. Espero tener algún día la oportunidad de conocerlo de cerca.

    Un abrazo abraham y a seguir disfrutando de estos preciosos entornos.

    Nieves.

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  4. Ya hace tiempo que queria saludarte, hoy me he decidido devolver los saludos que siempre he querido dejarte, precioso blog.
    Un abrazo

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  5. En el blog FOTOS DE CANARIAS(fotos-canarias.blogspot.com) hemos recibido un premio virtual ‘Symbelmine’. Las normas del premio –ver abajo- incluyen premiar a otros 7 blogs y … ‘les ha tocado’. Pueden recoger la imagen o logo del premio en http://fotos-canarias.blogspot.com/2009/03/nos-han-dado-en-un-premio-symbelmine.html
    Enhorabuena¡¡
    Las normas del premio son :
    1-Escribir un post mostrando el premio y citar el nombre del blog o web que te lo regala.
    2-Elegir 7 blogs o sitios de Internet que hayas decidido premiar y enlazarlos en el post escrito.
    3-Notificar a cada uno de los premiados tu decisión mediante un comentario.
    4-Opcional: Exhibir el premio en tu blog.

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  6. Mil gracias! me encanta. De verdad que para los que estamos lejos de nuestra tierra esto nos llena de orgullo y nos hace siempre querer volver, volver y volver.

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  7. Me ha encantado la información sobre el castillo...
    Alguien me sabría decir quienes fueron los últimos moradores del castillo?.Fueron nobles? Sobre 1900...Estoy muy interesada en saberlo.
    Gracias y...bonito blog!

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  8. Mis abuelos maternos son de Cazorla y su apellido Román me trae de cabeza, me imagino mil penurias de la época mozarabe. Un saludo

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