POESÍA. Canto a Cazorla

La cal, colaborando con el cielo...

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Mi aspiración, audaz vuelo de llama,
a la de luz que se remonta al cielo,
quiere cantar con el vehemente anhelo
del que a la presencia en sueños ama.
No como Aldonza vista por Quijano,
sino por Don Quijote Dulcinea,
suéñote así, Cazorla, con ufano
aleteo de afán, que al sol caldea.

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Canto a tu belleza...

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Como el poeta que cantó a los mares
sin conocerlos, canto a tu belleza,
a la verde pleamar de tus pinares,
y a la mano de Dios en tu grandeza.
Cual águila enjaulada y Prometeo
aherrojado a la roca de mi sino,
envídiote, Cazorla, tu destino;
cumbre y ave altanera en aleteo.

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Copias del Edén son tus paisajes...

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Arcos de triunfo elevas en tus torres
a las marchas triunfales de los vientos.
donde en vuelos de afanes libre corres,
de la oración erguida en los acentos.
Si el Sumo Artista crea tus paisajes
con su genial inspiración divina,
si pinta la emoción de tus celajes,
¿quién deja de admirar la luz prístina?
Por tener lo mejor de tierra y cielo,
Cazorla hidalga, como bien nacida,
eres creyente lumbre agradecida
a la alta advocación, la del Consuelo;
la del ígneo Señor de los Señores.

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...y mares de esmeralda tus pinares

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Monarca de los cielos y la tierra
que hace oliva de paz laurel de guerra
y trueca espinas de odio en flor de amores;
que en caminos de luz abre los brazos,
por los que la oración se eleva al Padre,
y estrecha al pecador con dulces lazos
porque la lanza el pecho no taladre.

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Y, al pie de tu Castillo...

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Son tus naranjos torres de esmeralda
donde la mano de la brisa a vuelo
echa de sus esquilas la guirnalda
en repiques de aroma al del Consuelo.
Mares de verde gris tus olivares,
que de Getsemaní el Huerto evocan,
y mares de esmeralda tus pinares,
orantes brazos, al Creador invocan.

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Y el varón de alma virgen, San Isicio...

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Verticales de anhelos tus cipreses,
cual oraciones verticalizadas,
en lozana ascensión, alzan sus preces
del cielo a las turquesas no empañadas.
El gigante nogal y el alto chopo
decoran el paisaje de Cazorla,
no del reptil, del sapo ni del topo,
si del ave altanera que la orla.

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De alumbrar al Gran Río ve la gloria...

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Si copias del Edén son tus paisajes
y efigies de Afrodita tus mujeres
¿quién renuncia a los lícitos placeres
de a Venus admirar en tus parajes?
El jardín de tu amor no se marchita,
que el Niño Ciego en el vergel se aloja;
duerme y sueña un cerebro en cada hoja
y en cada flor un corazón palpita.

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Nido de amor de Cristo, dulce y grave,es cada hogar...

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En el ingente anfiteatro subes,
Cazorla, por gigantes escalones
a escalar el imperio de las nubes
hacia la peña audaz de los Halcones,
para ver desde allí tu Paraíso,
sin fruta prohibida y sin serpiente,
y de tus sierras contemplar el friso
y oír la Augusta Voz en el torrente.
Y, al pie de tu Castillo, ya cristiano,
recrearte en la paz de tu campiña,

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El gigante nogal

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Campania en flor, que otro vergel no ciña,
y envidiaran Pompeya y Herculano.
Nido de amor de Cristo, dulce y grave,
es cada hogar, donde sus moradores
despiertan con los cánticos del ave
al trabajo, que abrojos trueca en flores.

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...a la alta advocación, la del Consuelo
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La cal, colaborando con el cielo,
que hizo una risa azul de Andalucía,
es en Cazorla arrullo, brisa y vuelo
y optimismo ideal de claro día.
Y el varón de alma virgen, San Isicio,
el Patrón de la Sierra y de sus lares,
librándolos del torvo maleficio,
hace templo de paz de los hogares.
Fecunda en expansión tu sierra ingente,
de alumbrar al Gran Río ve la gloria,
al nadador de mundos que la frente
ciñe con el laurel de la victoria.
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...luz cordial de perdurable día
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Al que del arsenal de Los Remedios,
(que los fueron del triunfo) surgir viera
la Nave Capitana que en los medios
de Lepanto al de Austria el laurel diera.
Al que de Hernán Cortés zarpar las naves,
rumbo al Mar Tenebroso, vio asombrado,
y, del líquido cielo nautas aves,
en vuelo las llevó, sugestionado.
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Hacia la peña audaz de los Halcones
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Y al que a la victoriosa nao Victoria,
merced a Elcano, con las singladuras
del irrompible cable de la gloria,
vio atar el mundo a sus orillas puras.
Y aún no se extingue tu Adelantamiento;
luz cordial de perdurable día,
de la fe en cegador deslumbramiento,
busca a Dios en la gracia de María;
y, huyendo de esta vida transitoria,
vuelo de llamas, lánzase al espacio
subiendo por la cúspide de la Gloria
del Sumo Rey, bajo el solar topacio.

Fernando de los Ríos y de Guzmán