Cazorla y su Paseo del Santo Cristo

Vista del Paseo del Santo Cristo

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Fuente de toba

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En Cazorla, uno de los últimos baluartes de la dominación árabe en España, es donde permanece más puro su ambiente oriental. Sus macizos de flores, sus arriates estrechos, sus fuentes de cristal, sus grutas insospechadas, la altivez de sus cipreses destacando su verde oscuro sobre el fondo violeta de los altos picos del Gilillo, sus laureles floridos, sus jazmineros y madreselvas cubriéndolo y perfumando su ambiente, sus millares de flores, la inmensa variedad de sus rosas de las más delicadas formas y colores, nos hacen recordar la época más floreciente de nuestros jardines en los remotos tiempos de Hixen II.

Vista del Parque

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Macetero de la entrada al Parque

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Nada tienen que envidiar a los extensos y terminados de Verona y de Boboli; los de estilo barroco que muestran su tendencia al paisaje, ni a los renacentistas italianos que hacían resaltar su belleza con los cadentes del terreno; ni a esos otros con figuras marmóreas de la mitología griega, por que en los nuestros tenemos las más variadas figuras en nuestras piedras de toba, en las que se ve con todo detalle, las más fantásticas figuras y a gusto de cada admirador, pues mientras unos se figuran ver un terrorífico dragón, otros ven perfectamente y en la misma piedra, la preciosa imagen de una virgen.

Vista desde la entrada

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Fuente de agua de cristal

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¡Este Paseo del Santo Cristo¡ … todo esto subsiste hoy. No obstante Cazorla es otra. Las corrientes urbanísticas han encauzado en mayor o menor medida a que Cazorla, hoy día, haya podido ser una de las ciudades más bellas de la geografía española. A todo viajero le sorprende ver, que lo que desde la lejanía pudiera considerarse como un rincón idílico, algo así como un poema campesino de encendidas estrofas vegetales, sea toda una Ciudad, la Ciudad del Adelantado, una Ciudad moderna y luminosa, en la que el vivir ha de constituir inapreciable regalo.

Fuente de toba

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Fuente

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A propósito he dejado para el final la evocación del Parque. Lo llevo tan dentro de mí, sus recuerdos de mi niñez son tantos, que aún no se han borrado de mi retina su impresión, traducible tan solo en las estrofas cálidas de un exaltado poema de José de la Vega Gutiérrez.
.¡Oh bello jardín de ensueño…!
¡Oh versión exacta de una eterna primavera…!
¡Quien pudiera contemplarte día a día,
hasta el final y reposar después en la eternidad,
bajo tus rosas,
en ese otro bello jardín de la Muerte que Cazorla,
radiante de vida y de esfuerzo,
ha trazado con su gracia y su alegría andaluzas…!