Divagando sobre Cazorla y el paisaje de su Sierra

Cazorla. Casco histórico
Como todo buen cazorleño me siento muy ligado a nuestra tierra, pero no se si habré acertado, en algún momento, a dialogar con ella. Encontrar un paisaje es, en efecto, entablar un dialogo con la naturaleza, y para eso no basta una simple aproximación afectiva. Me atrevería a decir que el paisaje es un descubrimiento de la sensibilidad moderna; la mancha oscura de los bosques, los campos ocres, grises, verdeantes, dorados; el cielo por donde pasan las nubes fugitivas, ingrávidas, proteicas; las sierras lejanas recortadas en un contraluz de plata, se convierten entonces en algo que tiene por si mismo un valor estético.
Cazorla. Casco histórico
Pero quizás porque el paisaje es esencialmente un hallazgo romántico, no resulta todavía diálogo sino monólogo. Desde luego el paisaje de Cazorla, como el de cualquier pueblo serrano, solo nos interesa cuando nos descubre el eco de nuestro propio ser. Ante nosotros aparecen absolutamente carentes de significación estética los valles, las llanuras, las montañas…; pero para que de esos concretos elementos geográficos surja un paisaje, es necesario seleccionarlos de acuerdo con nuestro módulo interior. El paisaje empieza por ser un trozo de geografía acotado sentimentalmente, con el que componemos un plástico monólogo.
Sierra. Aguas Negras
Así, un paisaje tiene siempre algo de escenografía dispuesta por el espectador, para vivir en ella una inédita experiencia sentimental más o menos intensa, complicada y profunda; pero a veces no es enteramente subjetivo. Cuantos más amplios sean y más característicos los elementos de la realidad que se toman para componer un paisaje, tanto más aparecerá como la expresión de su propio sentido. Desde ese punto de vista intento acotar en nuestra geografía el paisaje de Cazorla, entendiéndose por antonomasia el de la Sierra. La Sierra se ha impuesto siempre con una irresistible seducción, con un tizonazo emocional, violento y absorbente.
Sierra. Curso del río Borosa
No es que la Sierra tenga nada de lo que suele apreciarse en una mujer. Al contrario; es bravía, imponente, y sobre todo demasiado angulosa. Nuestra Sierra, con su encanto también indefinible, parece un paisaje sobre un transflorado fondo de feminidad. Por lo menos, la gente, desde que bordea sus faldas, se siente envuelta y arrebatada como en el comienzo de una pasión amorosa, para acabar realmente enamorada. Y entonces ocurre lo de siempre con las mujeres; que como se hace un juicio de la que no gusta, pero se pierde con la que gusta, no se sabe de donde procede su arrolladora seducción. Quizás radique en su esencial musicalidad.

Comentarios

  1. :-) La naturaleza no se puede nunca comparar con las personas, ella es más sincera, más sencilla, más natural.
    Ella nos habla si sabemos escuchar y nuestra forma de actuar es la contestación que nosotros le damos. Si, hay comunicación entre ambos.
    Cada vez me gusta más tu tierra.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Abraham, estoy segura de que tu tierra entiende tu diálogo, pues tu mirada está llena de ternura, respeto y cariño hacia ella. Yo te felicito sinceramente pues pocas personas emplean tantas energías en ensalzar las bondades de su tierra. Yo he descubierto que Cazorla es hermosa, a través de tu mirada.
    Te dejo un abrazo, hasta mi regreso en septiembre.
    Que disfrutes mucho de esta hermosa afición por la fotografía, y que tengas un precioso verano.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Hola compañero muchas gracias por tu visita y tu comentario a mi blog. Veo que eres un adicto de la naturaleza y en particular de tu amada Cazorla, unos disparos fantásticos sin duda, pasaré.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Hola ABRAHAM:
    gracias por tu ayuda,un saludo a todos los amigos que leen los comentarios sobre esta maravillosa tierra que tanto amamos,
    y un abrazo para ti,por la paciencia que tienes conmigo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Dejame tu comentario